domingo, 22 de febrero de 2009


Ofelia sentada de espaldas en el jardín de su casa, en un banco detrás de la reja se peina. Canta despacio o tararea. Su casa es en los alrededores del palacio Real de Elsinor, donde vive el príncipe Hamlet.
He aquí una multitud de hombres, todos diferentes. Pero como al pensar en la multitud no se piensa en el individuo, los hombres están vestidos de la misma manera, con la mayor elegancia posible, para sugerir la idea de masa. Hoy se vistieron de negro, pueden verse la desolación a través de las ventanas, que poco a poco se van cerrando de a una. Algo huele mal. Los hombres de negro salen al balcón, izan una bandera negra a media hasta. El palacio se viste de duelo. Ha muerto el rey.
Blancos Paños le vestían como la nieve del monte, y al sepulcro le conducen cubierto de bellas flores, que en tierno llanto de amor se humedecieron entonces.
Ofelia se sube al banquito y corta las flores naranja que le servirán para el funeral... Los hombres de negro reciben a los invitados en la explana del rey donde se efectuara su velatorio. Ofelia cierra la reja y se mezcla entre los invitados, espectadores y únicos testigos de una procesión hacia el segundo piso, donde se esta desarrollando el funeral. Con los ojos vidriosos ofrece flores… Al llegar a la puerta se pide silencio. Ingresan de a dos a la habitación donde se esta velando al rey muerto.
Al final en la ventana mirando hacia afuera se encuentra Gertrudis, recientemente viuda.
En su diagonal la Sombra, el espectro: estoy condenado a vagar por cierto tiempo en las noches… y ayunar entre llamas, durante el día.
La mujer de negro se da vuelta y camina llorando hacia el ataúd que esta vacío
(El espectro es testigo la mira y le dice): Aún no se habían enfriado los manjares para el convite del duelo cuando se sirvieron en la mesa nupcial.
La mujer (no lo ve ni lo escucha) derritiéndose en lágrimas sobre el ataúd, se levanta y vuela el velo de la novia, antes puntillas del féretro. Con esta acción dramática la escena adquiere forma de casamiento. Estos dos ritos culturales se mezclan, y se impregnan unos de otro. Fragilidad tu nombre es mujer… (camina hacia ella) En un mes… enrojecido aún los ojos se caso. Delincuente precipitación, ir a ocupar con tan diligencia un lecho incestuoso. (Ella se arrodilla frente al altar)Hamlet acuérdate de mí, esto no puede terminar bien. Acuérdate de mi venganza. Venganza!!!
La sombra se acuesta en el ataúd/ altar. La espalda de la novia es visible, besa en la boca al muerto. Gira y sale de la iglesia en su recorrido por la alfombra, tira el ramo sobre el muerto. Ofelia ofrece a los invitados un lecho de flores para el féretro.
La reina Gertrudis se casa con su cuñado Claudio, nuevo rey de Dinamarca.
Aunque aun permanezca vivo el recuerdo de nuestro querido hermano, obligándonos a mantener tristes nuestros corazones y que en todo el reino solo se conserve la imagen del dolor, con todo eso, tanto ha combatido en mi la razón a la naturaleza, que he conservado un prudente sentimiento de su pérdida, junto con la memoria que de lo que ha nosotros nos debemos. Por eso he tomado por esposa a quien fuera mi hermana, y hoy reina conmigo. Si bien estas alegrías son imperfectas, porque en ellas se han unido a la felicidad las lagrimas, las fiestas a las pompas fúnebres, los cánticos de muerte a los epitalamios del himeneo, pensados en igual balanza el placer y la aflicción… Hamlet hijo… no me niegues este derecho. Yo te lo ruego, yo se que esto es efecto de un profundo dolor; todo nace de la muerte de tu padre, que el cielo con su poder te alivie esta gran pena que tienes en el corazón. Ya lo sabes, esto es común a todos los hombres; todo el que nace debe morir, no debes ignorarlo; tu padre perdió un padre, y aquel perdió el suyo también.
¿Será bien que el corazón padezca, queriendo neciamente resistir a lo que es y debe ser inevitable?
(Gertrudis y Claudio se miran, se toman de la mano, sonríen. Se besan. Salen caminando)

domingo, 1 de febrero de 2009

dos

Más allá de su punto de vista, el hecho de que me hablara de las tragedias griegas hizo que no dudara ni un solo momento:
Lo mire y le dije: Bien Ok vamos. ¿A ver que sucede en tu mundo real?
El sonrió. Yo también.
Salimos caminando en silencio. Prendió un cigarrillo.
Otro tiempo.
Cada vez más lento sobrevolaba el atardecer lleno de viento. Hicimos una cuadras caminando y no podía sacarme de la cabeza a Eurípides a Sófocles y a Esquilo y pensaba, siempre a paso lento, mientras veía el humo salir de su boca ¿cual me gusta más? ¿ Esquilo ? ¿Sófocles? Eurípides me fascina, la verdad que los tres son grandes griegos de la antigüedad supongo que te guste uno mas que otro es cuestión de gusto, de subjetividad, de caminos recorridos o por recorrer. Los tres son desgarradores hacen que sus personajes se encuentren en un callejón sin salida en determinado momento de sus obras. Pensé en Medea en Clitemnestra en Agamenón en las Coeforas y en Edipo. Salí del ensimismamiento de mi pensamiento griego en el que estaba inmersa cuando escuche su voz que decía: Esta es mí camioneta vamos a tomar algo a mi casa ?.
Mí corazón empezó a latir un poco más rápido, me ruborice, mire el cielo por un momento para ver si no aparecía el deus ex machina a salvarme. ¿Algún Dios vendría a rescatarme?
Busco las llaves del bolsillo de la campera con un llavero verde, subimos a la camioneta. Se saco su campera de jeans , la encendió, puso música y comenzó a sonar Last Kiss de Pearl Jam, salimos dimos vuelta en la esquina y nos transportamos por las calles escuchando esa canción. El puso su mano en mi pierna , me hizo una caricia. Lo mire y pensé que era Zeus que venía para besarme. Me miró fijamente. En un semáforo me beso. No pude parar de mirarlo, él cada tanto miraba por el espejo retrovisor, las luces de la noche comenzaban a encenderse. Eramos él y yo por los caminos de la urbe escuchando Last Dog mientras el mundo iba desapareciendo.